Por: Daniela Arismey Rodriguez Cruz
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El pasado 18 de Noviembre finalizó el año escolar, unos días atrás, veía como los estudiantes estábamos corriendo de lado a lado preocupados por pasar todas las materias y de nivelar las que teníamos pendientes.
Ya nadie se quedaba quieto en los descansos, ni siquiera nos quedaba tiempo para ir a comer, y como siempre estábamos terminando y entregando trabajos; luego íbamos detrás de los profesores pidiéndoles irónicamente que nos recibieran los trabajos, cuando ellos muchas veces nos pedían que trabajáramos y entregáramos las tareas, y nosotros nos hacíamos los locos.
También vi a muchos padres de familia en la mañana paseando el colegio para encontrar a los profesores y preguntarles como iban sus hijos y para que les ayudaran, cuando nunca se les vio esa preocupación en los periodos pasados.
Ya eran casi las doce y nosotros ya habíamos sustentado lo del SENA y estábamos en un compartir de despedida, en esos momentos todos ya sabíamos que ahí no acababa todo, nos tocaba ir a la siguiente semana a recuperar con el profesor Vicente y con los demás a los que le debíamos.
Pero todos tenemos claro lo que debíamos hacer, pues esa era las consecuencias de nuestra irresponsabilidad y frescura que tuvimos durante todo el año.