Sebastián Duque. 1102
Durante la década de 1980 el fenómeno llego a Chile,
Paraguay, Ecuador y Perú posteriormente su uso se fue extendiendo por otros
países de Hispanoamérica, como Costa Rica, Guatemala, México y Colombia;
hablamos de las barras bravas, grupo de fanáticos de una hinchada de futbol
devotos y entregados al club el cual apoyan, por medio de herramientas como lo
son los canticos, banderas, escudos y/o símbolos con los que buscan alentar,
motivar y defender a su equipo con orgullo.
Múltiples hinchadas comparan el futbol con una
religión y al estadio con su iglesia, pero al pasar de los años esta “religión”
se ha vuelto violenta y peligrosa, ya que, dependiendo del color de tu camisa,
eres querido u odiado según los ojos que te miran. Muchos de los hinchas que
son participes de las barras bravas suelen estar entre los 17 y 26 años de edad
regularmente, con padres o familiares rechazando la idea de que estén incluidos
en las hinchadas debido a los sucesos ya antes evidenciados de asesinato y
vandalismo cometidos por estas o en un caso opuesto donde se vieron afectados
los miembros por tales acontecimientos. Colombia en las últimas décadas ha
perdido la esencia y el respeto que este deporte desprende, a causa de la
intolerancia y el pensamiento de superioridad respecto de un equipo ante otro.
Juanito Santafereño, entusiasta del futbol y de su
equipo Santa Fe, dice que: El club Independiente Santa Fe es imponente, es lo
que llevo en mi alma, lo que llevo en mi corazón, Santa Fe es todo para mí, es
la razón de mi vida. Así como Juanito hay muchas más personas que comparte en este
pensamiento, que a mi parecer esta erróneo, ya que para mí el futbol mirándolo
del punto de vista de un fanático no debe de ser la vida de nadie, otra cosa
muy diferente es que lo incluyas en tu vida para así convertirlo en una pasión (emoción intensa que engloba el
entusiasmo o deseo por algo) sana; hay una extensa línea que separa estas 2 ideas,
que todos los aficionados por el futbol deberían de ver y saber diferenciar.
Por un lado, viendo lo bueno de estos grupos, cabe
resaltar la entrega y dedicación puesta por los líderes y barrista en la ardua
tarea de alentar, apoyar y defender a su equipo, si lo piensan un minuto, esta
labor no es nada fácil a causa de todo el tiempo que toca invertir para cuadrar
ensayos de la banda, compra de boletas, adecuación y decoración de la tribuna,
elaboración de bandera y bordados, en fin, estas múltiples acciones generan
orgullo y unión entre los integrantes de la hinchada haciendo un lazo casi
comparado con la familia.
Ahora en el otro lado evidenciamos la falta de empatía
y tolerancia hacia las demás personas que no comparten la pasión por nuestro
mismo club, formándose las rivalidades, que son usadas por algunos barristas
como excusa para la fomentación y ejecución de disturbios que trae consigo la
promoción de violencia. Esta mala conducta da pie a los noticieros, periódicos,
emisoras y de más medios de comunicación para dar mala fama de las barras
bravas incidiendo en el clásico rumor de “cáncer de la sociedad” que tacha y
generaliza a todas las hinchadas de vándalos, delincuentes y hasta ladrones. Un
porcentaje de los miembros de las barras utilizan estos espacios en la tribuna
para poder consumir y/o ingerir sustancias alucinógenas que ocasiona
agresividad en ellos que más tarde van a ser incitadores y promovedores de
enfrentamientos con otros fanáticos de distinto “color”.
Ya con lo dicho posteriormente es claro y fácil
afirmar que la sociedad no ha de fijarse tanto en los esfuerzos que toda la
hinchada ha hecho, como el ser humano, siempre se fijara más en tus tropiezos y
errores, es decir, se concentrara en los disturbios generados, en las peleas o
rivalidades, en las muertes de personas inocentes que por estar en el lugar
equivocado perdieron la vida, en la destrucción que es capaz de dejar esta
“pasión”; todo esto influye en el pensamiento de los familiares cuyos allegados
son participes de las barras bravas, ahora es entendible la preocupación de una
madre porque su hijo se coloca una camiseta de un equipo al cual alienta, es
entendible el rechazo de un padre a la idea que haga parte de la hinchada, es
entendible la angustia de la pareja por su amado/a al saber que ira al estadio
a mirar su club favorito, es entendible por el gobierno se concentra en medidas
de contención y erradicación para esta actividad llamada barras bravas, es
entendible él porque la sociedad suele llamarle “Uno de los canceres de la
sociedad”.